jueves, 16 de diciembre de 2010

Dime el porqué de todo.


Por mucho que tire ese dado, sale el número 7,
nunca cambiará, nunca.
Porque bastantes borrones tuvo,
que ningún número se le diferenciaba en él.


Tratar de diferenciar el buen ocaso
del mal de ojo.




Hacía su sonido como cuando el viento pasa por tu ventana haciéndote la dulce
sensación de cuando escuchas su silbido,
la agonía que sentiste cuando la ventana se cerró del todo,
y pensaste que no habría más viento.

Pero de nuevo la abres, y ves las vistas, que todo ese paisaje está quemado,
que ves como lo han arrasado, y luego, ya no hacía sol allí, no,
ahora solo llovía, y veías pena, no lo soportas,
pero igualmente lo sigues observando,
y después de eso, lloras,
¿Por qué?
Porque echabas de menos aquel paisaje soleado del viento sonoro.



Saber que eres la púa no es un bien, pero tampoco saber que eres una madera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario